martes, junio 27, 2023

Prefacio a Shakespeare

 


Acaba de publicarse mi traducción del Prefacio a Shakespeare, del doctor Johnson, en Libros UNAM.

sábado, abril 22, 2023

Otros son los sueños

 Acaba de salir de la imprenta Otros son los sueños, la primera novela breve de Esther Seligson, en la colección Relato Licenciado Vidriera de la UNAM.





martes, enero 04, 2022

El lugar equivocado

 La revista Otros Diálogos acaba de publicar "El lugar equivocado", fragmento de un texto narrativo que quedará más extenso. El enlace es este.

lunes, mayo 31, 2021

martes, mayo 04, 2021

Una conversación sobre Adiós, Tomasa

 Anoche se realizó la presentación virtual de mi novela Adiós, Tomasa, en la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Sinaloa, de Mazatlán. La conversación fue con Juan José rodríguez, y en la moderación estuvo Francisco Alcaraz. Aquí está el enlace.


lunes, marzo 01, 2021

Un poco de Adiós, Tomasa

La lectura de unas páginas de mi novela Adiós, Tomasa, en el canal de Youtube de Capital 21: ir a este enlace



lunes, febrero 22, 2021

Entrevista en Minería

En la programación de la Feria del Libro del Palacio de Minería de este año, se transmite una entrevista en que hablo sobre mis libros. Aquí está la primera parte y aquí la segunda parte.


 



lunes, noviembre 30, 2020

Sobre Adiós, Tomasa: una historia entrañable, con personajes sólidos y bien perfilados

 Ayer domingo, el suplemento Confabulario, del periódico El Universal, publicó la reseña de Mary Carmen Sánchez Ambriz sobre Adiós, Tomasa. Este es el enlace

martes, noviembre 10, 2020

Hablaremos sobre César López Cuadras

 


En Norte 32° Encuentro Literario 2020, presentaremos el libro Cuentos reunidos, de César López Cuadras. Participaré con Élmer Mendoza y Briseida López. Será este viernes 13 de noviembre, a las 18 h, y se transmitirá a través de facebook.com/cecut.mx.


miércoles, octubre 28, 2020

Dialogarán sobre libros para niños y jóvenes

 


A lo largo de cuatro charlas, profesionales de la literatura infantil y juvenil de Alemania y México reflexionarán en torno a los desafíos y oportunidades que presentan la creación, difusión y circulación de libros dirigidos a niños, niñas y jóvenes en el contexto actual. El ciclo De ida y vuelta: Escritura e ilustración para la infancia en Alemania y México se transmitirá en línea, de manera gratuita, los próximos miércoles 4 y jueves 5 de noviembre de 11:30 a 14:00, hora del centro de México, gracias a un proyecto realizado en colaboración entre la Feria del Libro de Fráncfort (Frankfurter Buchmesse), con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, y la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM).

Con sede en la Casa Estudio Cien Años de Soledad, el lugar donde el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez escribió su obra maestra y que ahora es un centro literario que forma parte de la FLM, las charlas de este ciclo convocarán a editores, libreros, ilustradores, autores y agentes para revisar aspectos específicos del espacio profesional, desde el desarrollo inicial de una idea para un libro hasta el momento en que la obra llega a manos de sus pequeños lectores.

El miércoles 4, a las 11:30 horas, Paula Peretti, de Peretti Literarische Agentur, y Mónica Bergna, directora de Alboroto Ediciones y presidenta del Comité de Libros Infantiles de la CANIEM, esbozarán el panorama general de los libros para niños y niñas en Alemania y América Latina. Ese mismo día, a las 13:00 horas, Peggy Espinosa, de Petra Ediciones, y el ilustrador Manuel Monroy, mantendrán una conversación, dirigida por Alicia Espinosa de los Monteros, de Fundación SM, sobre la relación de editores e ilustradores en la creación de estas obras.

Al día siguiente, el jueves 5, en la primera sesión, la poeta María Baranda y el ilustrador Gabriel Pacheco disertarán en torno de la conjunción de la palabra y los elementos visuales en un proyecto editorial. Este diálogo contará con la moderación de Quetzal León, de La Herrata Feliz Ediciones. El ciclo cerrará con un viaje al paraíso de los libros para niños y niñas: en esta conversación, Mariela Nagle, de la Librería Mundo Azul, de Berlín, y Claudia Illanes y Román Rivas, de la Librería Navegantes, de la Ciudad de México, compartirán su experiencia en el difícil y apasionante mundo de la interacción directa con los destinatarios finales de las obras infantiles y juveniles.

Marifé Boix-García, vicepresidenta de Desarrollo de Negocios para Europa del Sur y Latinoamérica de la Frankfurter Buchmesse, señala que “desde la Frankfurter Buchmesse nos alegramos de poder ofrecer un espacio de intercambio de experiencias con el sector mexicano. Esta actividad da continuidad a la presencia de ilustradores alemanes que se realizó en 2016, en el marco de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) y es el preámbulo a un evento que esperamos pueda tener lugar de manera presencial en mayo de 2021 en la Ciudad de México.”

Miguel Limón Rojas, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas, señala: “El ciclo que ahora realizamos con la Feria del Libro de Fráncfort da seguimiento a nuestros esfuerzos de fomento a la escritura dirigida al público infantil. Desde 2004 hemos convocado al Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños y este año participamos con Fundación SM en los premios El Barco de Vapor y Gran Angular y en el lanzamiento del Seminario para Creadores de Literatura Infantil y Juvenil. De manera consistente, la Casa Estudio Cien Años de Soledad será un espacio de impulso a los distintos ámbitos de la creación literaria, así como un lugar de encuentro para la reflexión y el diálogo sobre asuntos literarios de relevancia”.

Las charlas se transmitirán por las redes sociales Facebook y Youtube, a través de las cuentas de la Frankfurter Buchmesse y la Casa Estudio Cien Años de Soledad.


Para más información, consulte:

https://www.buchmesse.de/en/activities-spain-and-latin-america

domingo, septiembre 06, 2020

Autorretrato de Esther Seligson

EstherSeligson Instagram posts - Gramho.com

Para la contraportada de su libro Para vivir el teatro (2008), Esther Seligson escribió el siguiente autorretrato:


Esther Seligson. Escorpión con ascendente en Leo. Lleva en la sangre “la unión de lo que no puede unirse”: la turbulenta alquimia del agua y el fuego. Connubio que ha guiado su incesante búsqueda de Conocimiento, tanto en el magisterio en las aulas universitarias como por los senderos hacia ciudades que desde niña configuraron su muy particular camino de Compostela, mismo que nace en Tenochtitlan y ha pasado por Toledo, París, Brujas, Praga, Delfos, Jerusalem, Katmandu, Lhasa, Madurai, Pondicherry, Lisboa, Beijing y aún no satisface su sed de encuentros.

Dos pasiones: el teatro (fuego) y la escritura (agua). Comparte ambas con sus alumnos a quienes considera sus únicos maestros. Un amor constante, absoluto: su libertad.

miércoles, agosto 26, 2020

viernes, julio 31, 2020

Siglo Nuevo

El número más reciente de la revista Siglo Nuevo incluye una entrevista que me realizó Vicente Alfonso, en torno de la escritura, la novela, la crítica y otros asuntos.

miércoles, julio 29, 2020

Falsa modèstia

Afirmava que ell era molt senzill, sense reparar que tenia la complicació de tothom, amb una anatomia interna composta de moltes i molt meravelloses peces.
Pere Calders

domingo, abril 26, 2020

domingo, abril 12, 2020

Subercasaux vuelve a morir en el desierto

El suplemento Confabulario del periódico El Universal publica hoy mi ensayo "Subercasaux vuelve a morir en el desierto". Este es el enlace.

lunes, marzo 09, 2020

Quince años, un mes y cuatro días

El suplemento Confabulario del periódico El Universal publicó ayer un ensayo en torno a la violencia sexual en La ilustre fregona, una de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. 

jueves, febrero 27, 2020

miércoles, febrero 19, 2020

...la labor de la escritura es tratar de revivir las voces de los que ya no están...

La revista Criticismo publica un texto crítico de Alejandro Badillo sobre Adiós, Tomasa. El enlace es este. Y acá va el texto:

A veces se piensa que el realismo en la literatura implica un sacrificio en el lenguaje. Por ello, buena parte de los escritores mexicanos tiende a privilegiar la inmediatez de lo narrado sobre la ficcionalización de los hechos. El fondo sobre la forma es, para muchos, la única opción de retratar al México de las últimas décadas. En los casos más desafortunados la trama es pobre, dependiente de estereotipos y maniqueísmos. Incluso cuesta separar ese tipo de libros de las crónicas periodísticas de escasa factura que abundan en la prensa nacional. A pesar de este contexto, si echamos un vistazo a la literatura mexicana podremos encontrar grandes ejemplos de obras que partieron de lo inmediato, o incluso de la memoria, para abrir caminos en el lenguaje y proponer una estética que sigue dialogando con los lectores de nuestro siglo. La crónica puntual de El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán es potenciada por una prosa que crea atmósferas y, al mismo tiempo, retrata a los diversos actores que participaron en la Revolución Mexicana. El prolijo inventario histórico del Imperio de Maximiliano que ofrece Fernando del Paso en Noticias del Imperio es puesto en escena a través del monólogo alucinado de Carlota. El sueño y la imaginación, en ambos casos, no están peleados con los hechos que inspiraron la escritura.
Geney Beltrán aborda en Adiós, Tomasa la realidad a través de un tema frecuentado muchas veces: la provincia y las historias familiares que se entretejen alrededor de ella. Como matiz adicional tenemos la irrupción de la violencia y, sobre todo, el narcotráfico que ha ido cambiando la dinámica social del país. Más allá de este último elemento, el retrato de la provincia ha dado pie a un sinfín de lugares comunes. En los peores casos observamos una especie de nostalgia que convierte a los textos en meras estampas bucólicas, añoranzas de un mundo que se fue y que solo queda revisitar a través del folclor y del retrato simplón. Por otro lado, la violencia y el narcotráfico han sido expuestos, una y otra vez, en obras de diverso calibre: desde novelas interesantes que parten de lo alegórico como Trabajos del reino de Yuri Herrera hasta la última novelilla de moda que contribuye a la banalización del tema. Geney Beltrán, en este nuevo libro, se interna donde muchos han fracasado y lo hace a través de una lectura personal de la infancia que, además, sirve como una especie de biografía íntima de algunas zonas de Durango y Sinaloa, lugares que, en la segunda mitad del siglo XX, se convertirían en referentes clave del narcotráfico.
Uno de los aspectos mejor logrados en Adiós, Tomasa es la estructura. El autor apuesta, desde el inicio, por un tiempo continuo, pero fragmentado. La escritura de pequeñas escenas, acaso pasajes, es el hilo conductor en el que nos movemos. Quizás una lectura de primera intención, que no profundice demasiado, nos revelaría la historia de Tomasa, una quinceañera huérfana que habita con su tía en un pueblo de Durango, y que después irá a otro pueblo llamado Chapotán a vivir con la familia de una comadre de su tía. Es precisamente esta nueva familia –los Carrasco– la que captura la atención del autor. Por esta razón no hay, al menos en la primera mitad del libro, un hecho definitivo en el que se ancle la trama fuera de cierto velo de amenaza que se va acentuando conforme avanzan las páginas. Tomasa gravita en medio de acciones que, en apariencia, son cotidianas: la comida familiar, disputas esporádicas, juegos en los que participan Héctor y Flavio, los únicos hijos de los Carrasco. Al igual que autores inspirados por la narrativa cinematográfica como el argentino Juan José Saer, Geney Beltrán une elementos mínimos que buscan su trascendencia a través del detalle y la ambición del lenguaje: un párrafo puede detener el tiempo gracias a la exploración exhaustiva.
En Adiós, Tomasa hay una obsesión por la oralidad. Más allá de algunos regionalismos salpicados entre los diálogos, se asume que la intención del autor no es antropológica, sino poética: cada frase puesta en la boca de algún personaje busca el artificio antes que la verosimilitud. Siguiendo la estela dejada por Rulfo, Gardea y tantos otros, el autor sabe que los diálogos son oportunidades expresivas más que reconstrucciones estenográficas. Además, hay un amplio abanico en el que se despliega lo oral: la larga anécdota contada por un personaje o, por el contrario, el laconismo con el que se expresa la gente del campo. En ambos territorios el lenguaje es un vehículo que, además de transmitir información, crea una estética que, a su vez, funciona como una aproximación a la esperanza, el dolor o la desesperación. De esta manera las diferentes voces van nombrando, a través del ritmo y la retórica, la naturaleza agreste de los pueblos del norte del país, los patios de tierra o los caminos solitarios. El narrador, utilizando distintos disfraces, hace el papel de una cámara que contempla lo que ocurre dentro y fuera de los personajes.
Enfocando el análisis en la historia de Tomasa –la trama en apariencia principal– hallamos varios puntos interesantes. En primer lugar, por supuesto, está la desaparición de la joven. La violencia, por desgracia, demasiado común en nuestros tiempos, nutrida por el auge del narcotráfico, aparece con desigual fortuna en la literatura mexicana de los últimos años. A veces tenemos obras que se regodean en un amarillismo caricaturesco. También, por supuesto, abunda la plaga de obras que quieren, a toda costa, imitar las tramas que ofrecen las plataformas de streaming. Lo que se privilegia, en todo caso, es la acción, los estereotipos y las vueltas de tuerca inverosímiles. Se olvida que la literatura crea imágenes, pero que siempre va más allá del simple estímulo para internarse en la ambigüedad y la reflexión. Los casos más lamentables, quizás, son aquellas novelas que asumen una posición militante ante la violencia y sus ramificaciones que azotan a sectores cada vez más amplios de la sociedad. Su objetivo es la mera denuncia o, en el mejor de los escenarios, construir una voz que califica los desastres que presenta. Así, tenemos también historias moralizantes, escritas por autores que se asumen como portavoces de las víctimas de la violencia. En ningún momento se cuestiona el punto de vista desde el que se narra.
Geney Beltrán salva estos escollos en Adiós, Tomasa gracias a varios recursos. El más importante es, por supuesto, asumir que se está creando una ficción aunque esta tenga como sedimento una historia personal y familiar. En segundo lugar, tenemos el uso de un punto de vista confesional que, al mismo tiempo, es capaz de integrar la genealogía familiar y sus vicisitudes. Los personajes siempre se mueven en el ámbito de sus decisiones y, en ningún momento, el autor comete el desliz de utilizarlos como portavoces de sus opiniones. La trama, de esta manera, evoluciona sutilmente: pasamos de una aparente normalidad al gradual emponzoñamiento de los hechos. Adiós, Tomasa muestra cómo la violencia y el odio generado por el negocio del narco han cambiado gradualmente la dinámica social del norte del país. Más allá de la historia de Tomasa, el autor parece advertirnos que la encrucijada por la que atraviesa México, cuyo origen es impreciso, ha sido detonada en silencio. Los principales testigos de esa metamorfosis son personas como los Carrasco y tantas familias que fueron desplazadas o que, sin otra opción, se integraron a la nómina de los grupos delicuenciales. Si, como apunté más arriba, un yerro común en la literatura que aborda este fenómeno es la sentencia que califica desde el privilegio, Geney Beltrán asume que la labor de la escritura es tratar de revivir las voces de los que ya no están, rascar en la memoria para buscar la legitimidad y, una vez obtenida, enlazarla a la ficción para crear una obra que le hable a todas las personas y a todos los tiempos.

domingo, diciembre 22, 2019

Uno de los mejores libros del año

Mi novela Adiós, Tomasa ha sido elegida como uno dos mejores libros publicados en 2019, por el periódico El Universal. Así lo escribe Ignacio M. Sánchez Prado:


Nuestra violenta realidad excede por mucho la fe que se pueda tener en el carácter privilegiado de la literatura para el discernimiento del mundo. Aún aceptando esta limitación, algunas obras literarias arriesgan la posibilidad de responder literariamente a este insuperable desafío moral. En estos términos, reconozco en Adiós Tomasa (Alfaguara) de Geney Beltrán un libro que cartografía con sofisticación territorios e historias de la violencia sin caer en los excesos de la espectacularización ni en el oportunismo trivializador y mediocre. Escrita con furia e intensidad, y estructurada con gran sentido de la arquitectura narrativa, Adiós Tomasa no alcanza a ser la novela definitiva sobre la violencia, que creo imposible escribir. Ante ese horizonte de imposibilidad, Beltrán construye con ética, inteligencia y talento una escritura comprometida y de gran fuerza que vislumbra un camino para representar y pensar nuestros atroces predicamentos.

lunes, diciembre 16, 2019

El Geney de la Tomasa

Escribe José Ramón Enríquez sobre Adiós, Tomasa, para La Jornada Maya  del 11 de diciembre:

El Geney de la Tomasa
José Ramón Enríquez

Nunca una novela es autobiográfica, aunque lo sea, porque la libre imaginación es componente esencial de toda narrativa. Así mismo, un texto cualquiera, por más alejado que esté de una historia personal lleva dentro la vida de su autor aunque éste no lo pretenda. Todo ello se comprueba en Adiós, Tomasa (Alfaguara, 2019).
            No es la primera novela de Geney Beltrán Félix, nacido en Tamazula, Durango, muy cerca de Culiacán, en 1976. Ya obtuvo el Premio Bellas Artes de Narrativa en 2015. No es tampoco su primer retorno a Sinaloa, lo había hecho desde su trabajo con la obra de Inés Arredondo. Aunque nacido en Durango, forma parte de una sólida tradición sinaloense que tiene entre sus exponentes desde el Gilberto Owen que como narrador ha dejado Novela como nube, hasta una nueva generación de buenos narradores.
Más que la trágica historia de la Tomasa, adolescente en flor y destinada a marchitarse en un mundo de machos, la novela de Geney Beltrán trata de Chapotán, en Sinaloa, que con ese u otro nombre es el pueblo de la propia infancia. Y como la infancia es la única edad que se vivió de veras, el Geney la reconstruye o la inventa desde muy dentro de sí mismo y en la historia de otro niño, el Flavio, que no decía “harejías” ni era “jacalero”, en cambio, se quedaba con todo en la memoria y en las entrañas, aunque habrían de pasar años para descifrarlo.
El Flavio es el niño que se prendó de la Tomasa en cuanto la vio y a la cual va a deberle una novela. Una novela a ella y a Sinaloa y a sus giros lingüísticos y a esa brutalidad de sus usos y costumbres en mucho ingenua pero que poco a poco se ha ido pudriendo y ensangrentado como se nos ha venido pudriendo y ensangrentando todo en México, incluso a quienes fuimos niños de la Capital, los nacidos en “la región más transparente”.
Adiós, Tomasa significa el retorno en la imaginación de un narrador a su tierra, esa que estuviera completamente alejada del mundo y, hoy, ha llegado a las páginas de todos los informativos del mundo por las más tristes razones, eso que la novela llama “el Negocio” y no es otra cosa más que el flagelo del narcotráfico. Fueron narcos los secuestradores de la Tomasa y los asesinos del padre del Flavio. Los que un día lo arrancaron de la infancia para siempre y lo estrellaron, sin misericordia, contra la espantosa realidad.
Donde los hombres esconden lágrimas y afectos para no ser maricas, que es lo peor, porque lo siguiente en la escala humana es ser mujer o ser cora, etnia originaria, Sinaloa es no sólo un lugar para la ficción, al que vuelven una y otra vez espléndidos narradores como Geney Beltrán, en la tradición literaria del agridulce retorno a la memoria que le llega desde Inés Arredondo, Élmer Mendoza o Emiliano Monge, es también la analogía dolorosa de México entero y, muy probablemente, de un mundo que ve el Apocalipsis a la vuelta de la esquina.
Cuando el lector comienza a enfadarse con el autor porque pierde a su personaje se da cuenta de que no es así. Ocurre que el Flavio le ha pasado el testigo al Geney y éste comienza a romper lo que en el teatro se llama cuarta pared para ocupar su propio espacio, incluso con su apellido real. Se quita la máscara, sale de su escondite y entra a escena para ser conocido como “el Seco de los Beltrán”. Puede el Geney respirar por fin a plenitud con sus pulmones para recordar a la Tomasa, o como fuera que ella, esa Jesús en el Gólgota y coronada de espinas, se llamara. Ya puede el Geney girar como una polilla en torno a la llama viva de la Tomasa y añorarla desde esa penumbra para acechar la vida que sólo se habita en la infancia.

miércoles, noviembre 06, 2019

La difícil nostalgia del verano


En julio de 2008 publiqué, en La Gaceta del FCE, una reseña del libro Contraverano, de Mijail Lamas. La recupero aquí ahora.


Mijail Lamas, Contraverano. Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2008.


Los poemas de Contraverano, de Mijail Lamas (Culiacán, 1979), parecen fincarse en torno de una escena: el poeta, lejos de su ciudad natal, escribe sobre su ligazón con el pasado —la infancia, la familia, esas calles en sepia— y la descubre tocada por el rechazo. Al mismo tiempo, acepta que esas raíces, en las que el calor y la violencia no dejan de emanar sus savias insistentes, lo han condicionado hasta este «Ahora, en esta ciudad templada de distancia y nubes», en que no le queda su familia sino (y sin solamente, porque es mucho) su compañera, «el cuerpo de una mujer que no puede dormir / y te espera en otro cuarto». En su negación de la tierra propia, el poeta exhibe el rostro del desarraigo que no termina de descastar sus raíces.
La naturaleza escindida de esta voz se cifra entonces en una dicotomía: el calor del verano en su ciudad pretérita contra la urbe templada que lo ha acogido. La «dictadura de la luz» contra la noche del poeta que escribe. El viejo verano que busca persistir en el contraverano de hoy. Este ir y venir del pasado al presente, de la juventud a la primera madurez, se resuelve en la mixtura de las dicciones de ambos tiempos: «algunas de aquellas palabras / me llegan mezcladas con las que aquí me encuentro / mientras muy lentamente / revuelvo mi café».
En tanto ciclo de poemas sobre la difícil nostalgia, Contraverano condensa en el motivo del calor el examen lírico de un mundo interno. Me interesa valorar esa operación introspectiva llevada a cabo por el poeta para lanzarse en la indagación del pasado. No es un poeta dedicado al «arte de vestir pulgas», como llama Domínguez Michael a cierta tendencia de la poesía mexicana contemporánea dedicada a rehuir la exploración de las pasiones y las emociones y, en cambio, a encontrar onanistas misterios en la descripción pudorosa de un par de calcetines o un salero.
Al desarrollar de manera unitaria el tema de la nostalgia cuestionada por el voluntarioso desarraigo, el poeta pone al servicio de una dicción clásica y sencilla, no sin dar pie a alguna página de experimentación —a como el tema desdobla y enriquece sus matices—, lo que podría llamarse la íntima violencia del calor. Habría que hacer notar, por supuesto, que en las ciudades de un clima hostil, como aquellas entre las que figuraría Culiacán, el verano existe para el fuereño. El nativo habría de aceptar y hasta disfrutar la ligereza que el calor propone. Para el deshabituado a esos placeres solares, sin embargo, el calor es una mano ardiente que se oprime contra los rostros, desaloja el sudor de la piel y nunca cesa. En la forma de un vaho denso, cae sobre los techos de las casas, sobre los automóviles y el asfalto; los vapores de la gasolina ascienden entre la luz brillantísima. El valle de Culiacán es cada verano una caldera de sopor. La gente rehuye el pavimento y se oculta en sus casas con el aire acondicionado, hastiada por la densidad de los meses largos. Afuera el día se incendia con ese sol lento, esa lumbre que adelgaza la sangre hasta evaporarla en un rencor furioso. Hacia finales de agosto llegan los primeros, siempre escasos, chaparrones, y las calles habrán de saturarse entonces con un agua lodosa que desaparece a las pocas horas, dando paso de nuevo a la concentración asfixiante de la canícula.
En esta vena, las imágenes del calor fungen como el motivo central en Contraverano, en tanto un signo de la decadencia y la destrucción: «Afuera el verano dejaba correr libre su corazón de rojo carnicero / y la luz marchitaba cuerpos que antes fueron exquisitos, / que antes fueron necesarios». Del afuera al adentro, de ayer a hoy, el paso adquiere un relieve intimista: «Pero esa oscuridad... / no basta para extinguir la furia del verano que te habita». Reside aquí uno de los valores principales de este libro: a partir de un paisaje totalitario de sol violento, incorpora en la experiencia visceral de la voz poética un universo de imágenes de gran y condensada fuerza expresiva: «La fiebre es el verano del cuerpo, / deja quebrado el árbol que nos mantiene en pie / y hace nacer una flor de sangre entre los labios».
En su libro anterior, Fundación de la casa, publicado con Cuaderno de Tyler Durden en un tomo de Ediciones Sin Nombre (2008), Mijail Lamas desarrolla un ciclo de poemas sobre el amor en su esfera cotidiana e íntima. Ya ahí demostraba el dominio de sus recursos técnicos. En busca de la limpidez, no desoía la justeza de una noción del ritmo muy acorde con la tradición poética mexicana: endecasílabos, octosílabos y heptasílabos engarzados con una libertad y discreción propias del Bonifaz Nuño de, por ejemplo, Los demonios y los días. En Contraverano Mijail Lamas enriquece esa sencillez expresiva con imágenes rotundas que brotan solidarias al ritmo, logrando en sus versos una amplitud de registros de las sensaciones y las emociones y una cadencia que contradice el estruendo de ese «edén subvertido que se calla / en la mutilación de la metralla», como reza el epígrafe expropiado, con la mayor pertinencia, a López Velarde, otro poeta de la provincia y la difícil nostalgia.
Con esos elementos, Mijail Lamas expresa con suma belleza una visión personalísima: el verano vuelto metáfora de una frontera definitiva, la exploración de un conflicto con el origen y de nostalgia ambivalente que condiciona y enriquece la voz del poeta, quien con este libro da cuenta de una primera madurez.

miércoles, octubre 23, 2019

Bienvenida Tomasa

Verónica Murguía escribe una reseña de mi novela Adiós, Tomasa, en su columna Las Rayas de la Cebra, de La Jornada Semanal. El enlace se sigue aquí.


Bienvenida Tomasa

Para refutar la afirmación presidencial que ha dictaminado que a los artistas, en este caso los escritores, les “hace falta baño de pueblo”, sólo hay que hojear el catálogo de las editoriales mexicanas. Casi todos los narradores de este país, hombres y mujeres –aquí se podría intercalar una lista larga, pero sólo nombraré a Fernanda Melchor, a Yuri Herrera y Antonio Ortuño–, se han preocupado por denunciar, contar o explicar las razones y sinrazones de la violencia que nos desgarra; una violencia, hay que decirlo, que se ha ensañado con todos, pero especialmente con los pobres.
Naturalmente, los lectores están ávidos de entender, pero también fatigados por la ubicuidad del dolor y la muerte. Por eso se agradece una novela como Adiós, Tomasa, de Geney Beltrán Félix, una narración que hilvana las vidas de los habitantes del pequeño poblado de Chapotán, en Durango: un lugar remoto con nulas oportunidades para la educación, donde el narco no es glamour, sino la vía para sobrevivir sin dejar la salud en la milpa.
Beltrán Félix apostó en Adiós, Tomasa por un lenguaje abundante en regionalismos, que se mezclan de forma fluida con un castellano rico en giros coloquiales, y por contar la historia desde el punto de vista de un niño, Flavio. No se arredra ante las dificultades que esto implica: en un capítulo memorable cuenta, incluso, desde el punto de vista de Flavio cuando era bebé. Las descripciones de paisajes, comidas, personas; la cadencia, los cambios de perspectiva hacen de la novela un texto lleno de ideas e imágenes, pero el ritmo es tan natural que el lector sólo se da cuenta de la cantidad de recursos usados por el autor cuando se detiene a pensar o releer por puro placer.
El universo emocional de los protagonistas es, también, retratado con precisión, incluyendo sueños y sensaciones, ideas, intuiciones y culpas. Esto, con Chapotán como escenario, éste sí, pintado con trazos realistas y sin adornos.
Beltrán Félix ha encontrado un método propio para escribir esta ardua reconciliación con la infancia, tan norteña, que la magdalena proustiana es una gordita: “Puede que en mi vejez olvide muchas cosas; nunca olvidaré el sabor de las gorditas que hacía mi madre”, dice el narrador.
Flavio es el menor de la familia Carrasco, una de tantas en Chapotán que intenta evitar inmiscuirse en El negocio y que adopta a una muchacha hermosa y dócil llamada Tomasa.
La anécdota se puede resumir en la triste ecuación que cifra tantas angustias: muchacha hermosa más hombres machos armados y autoridad corrupta, igual a muerte y ausencia. Pero esta novela es mucho más que la suma que nos desvela: Beltrán Félix ha creado en Flavio y su familia, incluyendo al padre mujeriego y violento, a un puñado de seres humanos creíbles.
Chapotán, una prisión con algunas bellezas como el río o la huerta de los Carrasco, es un lugar donde el machismo reina, de tal manera, que es imposible que se juegue futbol americano porque los hombres “no se agachan con la cola al aire”; donde los varones no lloran, pase lo que pase; donde un grupo de muchachos que bebe cerveza puede convertirse en motivo de alarma, en presagio de muerte.
Las mujeres no son casi nada en Chapotán, pero son casi todo en la novela. Aquí es donde la originalidad de Beltrán Félix es más evidente: en lugar de regodearse en las humillaciones y dolores, decidió mostrar la resistencia, la terca capacidad de la madre, de la nana, la de Tomasa –la víctima–, para crear belleza en un mundo donde toda poesía es prescindible.
Se dice, con razón, que la historia la cuentan los vencedores. ¿Quién contará la historia de este México, donde casi todos somos los vencidos? ¿Cómo contar la historia ajena sin apropiarse de su voz y su desgracia?
Quizás la decisión de que la historia fuera contada por el niño más frágil, el menos apto para seguir los pasos rencorosos de los violentos, sea la más sabia posible.

domingo, agosto 11, 2019

Sobre Adiós, Tomasa

Este fin de semana se publicaron dos textos críticos sobre mi novela Adiós, Tomasa.
En Laberinto, de Milenio, escribió Roberto Pliego. Y en Confabulario, de El Universal, el ensayo fue escrito por Vicente Alfonso.

domingo, agosto 04, 2019

El corazón sin su avidez

Hoy se publicó, en el suplemento cultural Confabulario, de El Universal, mi texto crítico "El corazón sin su avidez", sobre el libro de cuentos La memoria donde ardía, de Socorro Venegas.

domingo, julio 14, 2019

Adiós, Tomasa

Esta es la novela que desde siempre quise escribir: un viaje a la infancia en un pueblo serrano de Durango de los años ochenta.



domingo, junio 23, 2019

El idioma de la violencia del padre

El suplemento Confabulario, del periódico El Universal, publica hoy mi ensayo "El idioma de la violencia del padre", un visión personal del idioma español, la violencia y la ficción...

jueves, junio 20, 2019

sábado, abril 28, 2018

Indagaciones sobre el cuento

Hoy se publica en el suplemento cultural Laberinto una reseña de mi libro Asombro y desaliento, escrita por Diego José. Este es el enlace.

sábado, noviembre 18, 2017

Presentación de nuevo libro


Fotos de Rogelio Cuéllar


En el proyecto fotográfico de Rogelio Cuéllar 250 retratos de la literatura mexicana figura esta página interesantísima

Fugacidad y permanencia


Acaba de publicarse el libro colectivo Esther Seligson. Fugacidad y permanencia, coordinado por Luzelena Gutiérrez de Velasco y Ana Rosa Domenella, con el sello de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la colección Desbordar El Canon que prepara el Taller de Teoría y Crítica Literaria Diana Morán.

sábado, octubre 28, 2017

"Ese mundo de extraños" para descarga

"Ese mundo de extraños", relato que forma parte de mi libro Habla de lo que sabes, ya se halla grabado en el sitio Descarga Cultura de la UNAM

jueves, octubre 12, 2017

Perdonados por quién


El mes de septiembre salió de la imprenta mi libro Perdonados por quién, en el sello Cuadrivio. Incluye los cuentos "La celda en la Ciudad", "Keppel Croft", "La hija", "Sara antes del fuego", "Hondonada" y el que da título al volumen.

viernes, septiembre 15, 2017

En Mexicali

Estaré en Mexicali, Baja California, los próximos 25 y 26 de septiembre, para impartir el curso-taller intensivo El cuento mexicano del siglo XX, donde haremos una revisión de algunos títulos fundamentales de la ficción breve de este país, de Cartucho a Benzulul. La sede es el Centro Estatal de las Artes. 

domingo, septiembre 03, 2017

Cuentos reunidos de Esther Seligson


En la colección Malpaso México, que dirige Rafael Lemus, el sello barcelonés Malpaso Ediciones acaba de publicar la compilación Cuentos reunidos, de Esther Seligson, la más amplia publicada a la fecha exclusivamente de su ficción breve. El prólogo es de la autoría de Sandra Lorenzano. Yo he preparado la selección de los textos, que proceden de diez obras distintas, desde Tras la ventana un árbol (1969) hasta Escritos a mano (2011), más un inédito. En el epílogo doy una idea de los títulos incluidos: 

Aquí se hallan, íntegros, los libros Luz de dos, Sed de mar e Isomorfismos. Se han dejado fuera los textos brevísimos de la autora, es decir, sus aportaciones en el aforismo, el apunte, el pastiche, la minificción, el microrrelato, etcétera. Por esta razón, de Hebras y Cicatrices, “libros de varia invención” ambos, comparece únicamente una selección de sus cuentos y relatos. Al preparar la selección de Toda la luz tomo en que aparecía sólo un texto hasta entonces inédito, “Eurídice vuelve”, Seligson reacomodó con ímpetu iconoclasta varias secciones de sus libros. En esta ocasión se ha recuperado el orden original de sus publicaciones para ofrecer un recorrido cronológico que permita apreciar de modo más diáfano la evolución de su escritura. Sin embargo, no en todo se ha desacatado la relectura que hizo de su obra Seligson para esa antología, pues ahí mismo introdujo modificaciones a los títulos y epígrafes de no pocos de sus textos. Por ejemplo, “Una infancia”, de Tras la ventana un árbol, aparece incluido como “Evocaciones”. Para estos Cuentos reunidos se han respetado los cambios en ese ámbito. Por otro lado, consigno aquí que la autora me dejó un ejemplar de la única edición de Tras la ventana un árbol, en el que escribió con lápiz otras variaciones a títulos de los cuentos. Siguiendo estas señales, “El encuentro” aparece como “El candelabro” y “Contorno” es ahora “Tras la ventana un árbol”. Por último, esta compilación incluye “El profesor Nicodemo Laussel”, cuento escrito por Seligson pocos días antes de su muerte y hasta la fecha inédito.

viernes, agosto 18, 2017

Entrecruzamientos de la rebeldía y el poder

Este mes la revista Letras Libres publica mi ensayo sobre la obra narrativa de Augusto Roa Bastos: "Entrecruzamientos de la rebeldía y el poder". El enlace está aquí.

martes, julio 11, 2017

Enrique Florescano


El historiador Enrique Florescano acaba de cumplir 80 años. Mañana miércoles se le hará un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Ahí participaré hablando sobre su faceta como editor.

domingo, junio 25, 2017

Un alto en el camino



Geney Beltrán Félix coordina cuatro mesas de discusión que reunirán a doce periodistas para reflexionar en torno a los cauces modernos del periodismo cultural en nuestro país.


Cuáles son los retos actuales y cómo se ejerce el periodismo cultural en México son los ejes temáticos del ciclo de conversaciones Un alto en el camino ¿Hacia dónde va el periodismo cultural?, que se realizará todos los miércoles de julio, a las 19 horas, en el Centro Cultural Elena Garro.

Durante la segunda mitad del siglo XX, periodistas, intelectuales y escritores de nuestro país dieron forma a revistas y suplementos culturales que ofrecieron una ventana inédita para que el público se interesara por las expresiones culturales y artísticas de México y el mundo.

Actualmente, ante los cambios de la industria de los medios de comunicación, los nuevos soportes digitales y la rapidez con que circulan las noticias, los senderos del periodismo han tomado nuevos cauces. En el caso particular del periodismo cultural, es necesario plantearse ciertas preguntas: ¿cuál es la situación actual del periodismo dedicado a los temas culturales?, ¿cómo ha reaccionado ante los nuevos factores que inciden en su trabajo?, ¿cómo es la relación del periodista cultural con los integrantes del gremio artístico y las instituciones oficiales?, ¿cuáles son las fortalezas y necesidades del periodismo cultural para cumplir con su función en beneficio del público mexicano?

Esas y algunas otras preguntas serán planteadas en las cuatro mesas coordinadas por Geney Beltrán Félix, donde doce periodistas culturales que participan de manera activa en suplementos, revistas y secciones de información sobre temas de arte y patrimonio cultural, compartirán sus ideas en torno a su profesión y los retos que enfrenta.

Programa de conversaciones

  • Miércoles 5 de julio
Preguntas necesarias: el periodismo cultural ante el nuevo perfil de los lectores
Eduardo Huchín Sosa (Letras Libres)
Kathya Millares (Nexos)

  • Miércoles 12 de julio
Preguntas urgentes: retos del periodismo cultural ante el Estado
Pablo Boullosa (Este País)
Pablo Espinosa (La Jornada)
Víctor Manuel Torres (Excélsior)

  • Miércoles 19 de julio
Preguntas difíciles: el periodista ante el gremio artístico
Julio Aguilar (El Universal)
Roberto Diego Ortega (El Cultural)
Daniela Tarazona (Tierra Adentro)

  • Miércoles 26 de julio
Preguntas movedizas: los periodistas y el desafío de los medios audiovisuales
Luisa Iglesias Arvide (Radio UNAM)
Ariel González (Milenio)
Laura Barrera (Canal 22)


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