martes, septiembre 11, 2012

CXCVI

De repente, el escritor se ha vuelto un crítico de la vida cultural. Pérdida de tiempo. Para reformar, puritanamente, el medio literario, hay que reformar, purificando (es decir, deshumanizando), los temperamentos diversos de los seres humanos. Lo que importa son las obras, escritas para un futuro en que toda rencilla, todo rencor, toda discrepancia serán asunto de interés para fatigosos historiadores literarios. Lo demás tiene, cada vez más, el tufo del pontífice oportunista, demagógico e hipócrita.